Hubo una época en que lavarse el pelo se consideraba una excusa perfectamente aceptable para rechazar una invitación a salir. No era tanto lavarlo lo que te quitaba tiempo, sino secarlo.
Naturalmente, los franceses, con su impecable sentido del estilo, fueron los primeros en encontrar una solución. Los secadores de pelo se inventaron a finales del siglo XIX. El primer modelo fue creado por Alexander F. «Beau» Godefroy en su salón de Francia en 1890. Su invento fue una versión grande, con asiento, que consistía en un capó que se fijaba a la chimenea de una estufa de gas. Godefoy lo inventó para su salón de peluquería en Francia, y no era portátil ni de mano. Solo se podía usar sentándose debajo.

Alrededor de 1915, los secadores de pelo comenzaron a comercializarse en formato portátil. Esto se debió a las innovaciones de National Stamping and Electricworks bajo la marca White Cross, y posteriormente de US Racine Universal Motor Company y Hamilton Beach Co., que permitieron que el secador fuera lo suficientemente pequeño como para sostenerlo con la mano.
Incluso en la década de 1920, los nuevos secadores solían ser pesados, con un peso aproximado de 0,9 kg (2 libras), y difíciles de usar. Además, causaban muchos casos de sobrecalentamiento y electrocución. Los secadores de pelo solo tenían una potencia de 100 vatios, lo que aumentaba el tiempo necesario para secar el cabello (un secador promedio actual puede llegar a consumir hasta 2000 vatios de calor).
Desde la década de 1920, el desarrollo del secador de pelo se ha centrado principalmente en mejorar la potencia y en cambios superficiales en el exterior y los materiales. De hecho, el mecanismo del secador no ha experimentado cambios significativos desde su creación. Uno de los cambios más importantes fue su fabricación en plástico, lo que lo hizo más ligero. Esto se popularizó en la década de 1960 con la introducción de mejores motores eléctricos y la mejora de los plásticos. Otro cambio importante se produjo en 1954, cuando GEC modificó el diseño del secador para trasladar el motor dentro de la carcasa.

El secador de capó se introdujo al mercado en 1951. Este modelo funcionaba con un secador, generalmente en una pequeña caja portátil, conectado a un tubo que se introducía en un capó con agujeros que se colocaba sobre la cabeza. Esto proporcionaba calor uniforme a toda la cabeza a la vez.

La década de 1950 también vio la introducción del secador de pelo de capuchón rígido, el tipo más común en los salones de belleza. Consistía en un casco de plástico duro que envolvía la cabeza. Este secador funcionaba de forma similar al secador de capuchón de la década de 1950, pero con una potencia mucho mayor.
En la década de 1970, la Comisión de Seguridad de Productos de Consumo de EE. UU. (CPSC) estableció las directrices que los secadores de pelo debían cumplir para ser considerados seguros de fabricar. Desde 1991, la CPSC exige que todos los secadores utilicen un interruptor de circuito con protección a tierra para evitar que electrocuten a una persona si se mojan. Para el año 2000, las muertes por secadores de pelo se habían reducido a menos de cuatro personas al año, una diferencia significativa con respecto a los cientos de casos de accidentes por electrocución de mediados del siglo XX. Más rápidos, más eficientes y, sin duda, menos letales, ya no hay excusa para rechazar una invitación mientras cuidas tu cabello.


